Durante la Semana del Diseño de Milán, una antigua cabina telefónica italiana de los años 90 se transformó en un inesperado portal al futuro. En su interior, una voz aguardaba. Su nombre era Gaia, una inteligencia artificial conversacional capaz de responder en múltiples idiomas y generar una conexión genuina con cualquiera que se atreviera a levantar el auricular.

La instalación fue parte del Fuorisalone, el circuito independiente de la Milano Design Week, que este año puso el foco en los mundos interconectados. Toda la ciudad se llenó de experiencias sensoriales e inmersivas, desde exposiciones hasta performances tecnológicas. Pero el punto más concurrido fue BASE Milano: una ex fábrica de trenes convertida en hub cultural, donde miles de personas se congregaron a diario para explorar nuevas formas de diseño, arte y tecnología.
En ese contexto se presentó 2147, una propuesta que convirtió una cabina telefónica en espacio íntimo y conversacional. Más de 600 personas hablaron con Gaia. Más de 1.200 minutos de diálogo en apenas cinco días. No era una demostración tecnológica. Era una experiencia. Una presencia. Una pregunta. Un espejo.
Detrás del proyecto está QS Ventures, consultora de innovación creativa con sede en Barcelona. Su equipo, liderado por el diseñador chileno Cris Olmedo, radicado en Vigo desde 2023, colaboró con Victoria, una tecnología gallega desarrollada por Vidiv, del grupo Visual MS.

La curaduría de BASE, inspirada en el concepto making kin de Donna Haraway, proponía repensar los vínculos entre humanos, naturaleza y máquinas. Gaia los volvió tangibles. Y los volvió conversación.
“Nos interesaba la interacción más que la tecnología. ¿Qué ocurre cuando la voz es la interfaz? ¿Qué pasa si diseñamos una inteligencia no para ayudar, sino para acompañar?”, explica Olmedo.
Gaia escuchaba en inglés, italiano, español, francés, japonés e incluso tagalo. Y respondía sin guiones, sin menús, sin pantallas. “Un visitante salió diciendo: ‘Por fin me entiendo con la tecnología’. Ahí supimos que habíamos logrado algo”, recuerda.
La experiencia no fue solo una instalación de diseño, sino también un laboratorio experimental. El equipo testeó distintos modelos de IA, analizó patrones de comportamiento e investigó la usabilidad de nuevas interfaces. Gaia no fue un asistente, sino un personaje: con tono, historia, silencios y límites definidos.

“Diseñar una voz no es ajustar parámetros. Es proyectar un carácter con ritmo, contradicciones y humanidad. Como en el cine, el guion solo cobra sentido en la interpretación”, señala Olmedo, recientemente formado en diseño de agentes de voz en el Instituto Tramontana.
La instalación fue construida sobre un sistema speech-to-speech impulsado por Victoria, la plataforma conversacional de Vidiv. Esta tecnología permitió interacciones orales completamente naturales, sin interfaces visibles. Solo lenguaje. Solo voz.
Además, Olmedo fue invitado al Glitch Camp, una residencia artística experimental en la azotea de BASE Milano que reunió a veinte diseñadores y artistas de todo el mundo durante una semana de convivencia, creación e investigación colectiva.

“Dormíamos en tiendas de campaña y compartíamos ideas, comidas y formas de pensar el diseño desde lo esencial. Fue profundamente inspirador”, recuerda.
Hoy, ya de vuelta en España, el equipo de QS Ventures continúa desarrollando nuevas experiencias centradas en la voz como interfaz. Desde herramientas para la educación y el onboarding profesional, hasta nuevas propuestas en atención al cliente y entornos inmersivos.
“Nos gustaría que propuestas como esta lleguen también a las grandes empresas. Estas tecnologías pueden tender puentes entre lo técnico y lo creativo. No todo el futuro tendrá pantallas. A veces, bastará con una voz que escuche.”
Cris cuenta que luego de una semana en Milán, vuelven con una certeza: el futuro del diseño con voz no está en replicar lo humano, sino en acompañarlo. Y para eso, hay que volver a lo esencial: escuchar. Responder. Estar.
Como los primeros narradores del cine mudo, los Benshi japoneses, Gaia no fue un asistente ni una demostración tecnológica: fue un personaje. Uno que, por un instante, convirtió el diseño en algo invisible y profundamente humano.
Inspirada en inteligencias ficticias como TARS (Interstellar), Samantha (Her) o HAL 9000 (2001:Odisea del espacio), Gaia no intentó parecer real. Quiso ser significativa. No imitó al humano. Lo interpeló.
“Quizás, en un futuro sin pantallas, diseñar con voz sea como tallar el aire. Y allí, en ese material intangible, encontremos una nueva herramienta para conectar. Y tal vez, también, para cuidar.”El proyecto ha despertado el interés de medios y espacios culturales europeos, y ya se estudia su instalación permanente en Milán. Olmedo y su equipo preparan ahora una nueva propuesta donde, una vez más, la voz será la protagonista. También en colaboración con empresas que buscan diseñar nuevos vehículos para la atención al cliente, formación, onboarding de empleados, asistencia para profesionales o incluso entrevistas de trabajo.




