La antorcha olímpica de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha sido diseñada por el creativo Tokujin Yoshioka y está inspirada en la flor del cerezo japonés.

La llama Olímpica está normalmente asociada con un mensaje de paz y esperanza que gira alrededor de la nación anfitriona. Con el tiempo, esta tradición se ha convertido en uno de los símbolos más poderosos del Movimiento Olímpico. En Tokio 2020, la llama Olímpica no solo simboliza el amanecer de una nueva era que esparce la ilusión que ilumina el camino, sino que también tiene el sentido de propagar la alegría y la pasión de los japoneses alrededor de unos Juegos Olímpicos marcados por la crisis de la Covid-19.
Para un evento tan especial era necesario un diseño a la altura de las circunstancias. Por ello, el diseñador japonés Tokujin Yoshioka ha sido el encargado de diseñar la antorcha olímpica con un diseño que no ha dejado a nadie indiferente. Está fabricada con aluminio, tiene un diámetro de 71 centímetros y se abre de forma gradual en cinco secciones para formar el motivo de una flor de cerezo Sakura, la flor tradicional de Japón.
Cada sección de la antorcha es similar a un pétalo de la flor, y cada uno de estos pétalos representa un símbolo de paz para las personas de todo el mundo.
Esta antorcha fue utilizada en el tradicional relevo, donde fue transportada por ciudadanos japoneses a través de todo el país hasta el estadio donde tuvo lugar la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. Bajo el lema «La esperanza ilumina nuestro camino», los japoneses se han ido entregando una antorcha que ya forma parte de la historia de los juegos.
Un material especial
Yoshioka diseñó la antorcha a partir de desechos de construcción de aluminio tomados de viviendas temporales que se construyeron después del gran terremoto y tsunami que tuvo lugar en el este de Japón en el año 2011. Además, la presentación del diseño coincidió con la llegada de la temporada de los cerezos en flor de Japón en marzo, acontecimiento que es símbolo de vida y de renovación en el país nipón.

Pero los materiales no son lo único que hace referencia al trágico tsunami. Yoshioka trabajó con niños del este de Japón que sufrieron las terribles consecuencias de la catástrofe para dibujar las flores de cerezo que han dado la forma final a la antorcha. De esta forma, el creativo japonés ha pretendido crear un diseño sencillo y repleto de sentido.
Al mismo tiempo, con esta creación Yoshioka también quiere potenciar la artesanía y la industria japonesa.
Además, el diseño ha intentado ser lo más práctico posible: la forma de la empuñadura es muy fácil de manejar e incluye una marca de posición que indica la parte delantera de la antorcha diseñada para personas con discapacidad visual.