Las propuestas de los estudiantes se han trabajado en colaboración con el equipo de los Hermanos Torres con la premisa de reinventar la manera de disfrutar las comidas en su restaurante, rompiendo con el papel tradicional pasivo del comensal y haciéndolos participar activamente.
Nueve alumnos de Elisava, Facultad de Diseño e Ingeniería de Barcelona, han diseñado productos innovadores para reinventar la experiencia gastronómica del restaurante Cocina Hermanos Torres a través del estímulo de los 5 sentidos. Los estudiantes de 4.º del Grado de Diseño, han creado piezas teniendo en cuenta el espacio, el servicio y el producto del restaurante, y han contado con la colaboración directa de los Hermanos Torres, dos reconocidos cocineros que cuentan con dos estrellas Michelín.
Platos que muestran cambios de color y luz en función de la temperatura de los alimentos, utensilios que hacen levitar los alimentos, utensilios para hacer visible el aroma de la comida, o soportes para lamer sin cubiertos, son algunas de las piezas de sobremesa diseñadas por los alumnos. El reto planteado por los propios cocineros Torres era romper el tradicional papel pasivo de los comensales del restaurante, reinventar la manera de disfrutar de una comida en el restaurante, y ofrecerles una experiencia sensorial única.
Food Design
El mundo gastronómico y culinario avanza rápidamente y, especialmente en los últimos tiempos, la cocina se ha convertido en una disciplina admirada y valorada por el conjunto de la sociedad. En el marco de esta tendencia creciente, el Food Design toma cada vez un mayor protagonismo como una disciplina consolidada del diseño, que permite ofrecer experiencias gastronómicas innovadoras, despertar emociones a través del acto gastronómico, e intensificar el placer de comer, más allá de los sabores.
Además, el nuevo contexto generado por la Covid-19 hace aún más relevante el papel revulsivo del diseño y la innovación en la industria gastronómica, ante la necesidad de buscar soluciones para mejorar y crear nuevas experiencias de los clientes, yendo un paso más allá, en un sector como la restauración, que ha sufrido notablemente las consecuencias de la crisis.
Propuestas
El proyecto Aroma, del alumno Tomás Cano, es un utensilio elegante y sofisticado que permite hacer una «cata olfativa» antes de degustar. La propuesta se concreta en copas individuales que conservan el aroma de la comida que se degustará a continuación. El proyecto resalta la importancia del olfato en la gastronomía y ofrece una nueva forma de entender el arte culinario.

En el caso de Primitive, de Alejandro Linares, es un conjunto de 3 piezas de vidrio (que contienen la comida) pensadas para ser lamidas directamente, sin la intermediación de los utensilios tradicionales. Las piezas, de diferentes tamaños, permiten interactuar con el plato de maneras diferentes (poniendo la cabeza dentro, por ejemplo).
Es un proyecto que invita a los comensales a conectar directamente la lengua con la comida, de forma instintiva y natural. Esta nueva fórmula rompe y desdibuja los convencionalismos y códigos sociales y culturales establecidos (en el Extremo Oriente comer con las manos es un signo de aprecio por la comida, mientras que en Occidente, es visto como una falta de respeto).

El proyecto Aro, creado por Pedro Glatzel, es un producto que introduce por primera vez la magia en el mundo de la gastronomía y hace levitar la comida. El cliente se convierte en mago e interactúa con el producto: Aro dispara aros de vapor comestible y, después, el comensal las tiene que cazar al aire con su boca.

Sense, creado por la alumna Anna Ballesté, son 5 utensilios individuales dedicados a cada uno de los 5 sentidos, para que el comensal imagine el plato y lo perciba de forma aislada a través del olfato, la vista, el oído, el tacto y la boca. La propuesta quiere romper con la forma tradicional de degustar, y busca potenciar aún más la comprensión del plato y la valoración del acto gastronómico. Los 5 sentidos intervienen de forma individual y escalonada.
El proyecto 3 Morteros, de David Fernández, son 3 piezas hechas de piedra, un material natural que los humanos han trabajado desde la prehistoria. Los objetos pretenden hacer de la acción de moler una experiencia culinaria, casi ritual, que transmita la cultura de este gesto, haciendo partícipe al comensal de la creación de lo que degustará.

Playte, de Raül Gaya, es un plato que hace visible la temperatura gracias a materiales y pigmentos inteligentes, que muestran cambios de color. El objetivo del proyecto es generar interacción entre el comensal y los alimentos, y potenciar la sensorialidad en el soporte como protagonista.

Las propuestas de proyectos también cuentan con Clos, de Elisabet Arnal, una vajilla diseñada a partir de los residuos orgánicos que se generan en el restaurante Cocina Hermanos Torres, concretamente, del polvo obtenido de las cáscaras de buey de mar, erizo de mar, mejillón y huevo; Handel, de Laia Homdedéu, una colección de 3 copas de té de cristal transparentes que cambian de color una vez el té entra en contacto con el agua; y Odo, de Berta Abad, un aromatizador de copas para hacer visible el aroma, es decir, para materializar el olor de los alimentos.



El concepto del Trabajo Fin de Grado (TFG) de estos nueve alumnos del cuarto curso del Grado en Diseño (Mención Producto) se ha basado en la sensorialidad en la alta gastronomía. Los alumnos han sido tutorizados por el artista y diseñador Martín Azúa, profesor de Elisava y han trabajado directamente con los Hermanos Torres y su equipo, con el que han emplatado conjuntamente algunas de las piezas.